domingo, 13 de octubre de 2013

"Las puertas de la noche", de Alejandro Gándara.


Es uno de esos libros que, por alguna extraña razón, nada más leer la sobrecubierta posterior, nos atrae como si de un imán se tratase a los que buscamos aprender sobre la muerte, sobre la forma de asimilarla como algo natural en nuestra forma de ser, en nuestra conciencia. Atrae a los que dudamos de manera permanente del sentido que tiene nuestro tránsito por la vida, si es que hay que buscarle alguno, que hasta de eso se duda. A los que nos gustaría conocer las razones de la pérdida de un ser querido cuando esta no debería producirse en un momento inadecuado, intempestivo, o no se produce de manera natural. A los que alguna vez hemos necesitado consuelo o hemos tenido que consolar, sin estar nunca seguros de si lo recibimos en condiciones o supimos darlo. A los que tuvimos un duelo sin estar seguros de hacerlo correctamente, con el riesgo de que en un futuro incierto nuestra inexperiencia en algo tan delicado y poco conocido, nos llegue a pasar factura.
Escuché la magnífica entrevista que le hicieron a Alejandro en el programa de “El ojo crítico” el martes pasado, y desde entonces no paré hasta que el viernes por la tarde me hice con el libro, bajo la mirada resignada de mi novia (¡ya no te queda espacio para guardar tanto libro!!). Lo he devorado a lo largo del día de hoy.
En la entrevista me atrajeron la claridad de ideas del autor, y un componente humano que parecía desentonar ligeramente con la erudición que desplegaba. Se notaba que se trataba de alguien entregado a la docencia, enamorado del mundo antiguo y sus conexiones con el contemporáneo. Hablaba del libro, de la Escuela Contemporánea de Humanidades (ECH, de la que es director), del oficio de escribir... “Querer ser escritor ya es mal comienzo”, recuerdo que dijo. “Hay que vivir, y después escribir”. Ideas frescas, sensatas, atrayentes, pronunciadas con una seguridad y una claridad dignas de tener en cuenta.
“Las puertas de la noche” no es una novela al uso, ni un ensayo, ni unas memorias o las crónicas de una experiencia vital, y al mismo tiempo pertenece a cada uno de esos géneros. Que tampoco se confunda nadie: no es un libro de autoayuda, en absoluto. Tras el recorrido emocional, las sensaciones que produjeron en Alejandro la pérdida en menos de un año de varios seres queridos (Muriel, Alfredo y Ramón, unos personajes de los que se graban en el recuerdo de quien los lee, gracias a la forma de escribir de Alejandro, de manera imborrable), la forma en que el autor indaga en la historia literaria de la Humanidad como bálsamo para las heridas en el alma, y la búsqueda incesante del consuelo, el lector tiene la sensación de que se ha acercado un poco más a la explicación del dolor, inherente a la vida del que forma parte indisoluble.
Un prólogo magnífico da paso a la narración, emotiva muchas veces, irónica otras, erudita y exorcizante de vez en cuando. Es un libro que gana mucho a medida que avanza, que no desfallece en ningún momento, que no pierde ni gota de interés ni en los momentos más eruditos de Alejandro, los que dedica a la filosofía y sus episodios más relacionados con la idea de la muerte, incluyendo el magnífico cuento de la página 111 en el que se analizan algunas de las razones de nuestro olvido del sentir, algo en lo que los antiguos griegos eran expertos.
“El consuelo no es que nuestro corazón sea un sueño de cenizas, sino que las cenizas abonan la tierra en que se plantarán jardines”, escribe Alejandro haciendo alusión a esa raíz que sale de cada uno de nosotros y que en otra primavera llegará más alto.
Un libro altamente recomendable, que no dejará indiferente a nadie.

7 comentarios:

Mayte Esteban dijo...

Me gusta lo que cuentas. Voy a guardarme el titulo.

FELIX JAIME dijo...

No es tan intimista y emotivo como "La arena del reloj", pero creo que te gustará. Es de los que nos gustan a nosotros.

Vimaru dijo...

Interesante. Pues seguro que tu chica se lo lee, jejeje.

Vimaru dijo...

Interesante, seguro que a tu chica le encanta también. Jejejeje.

FELIX JAIME dijo...

Buuufff... Eso seguro, Violante. Con lo devoradora de libros que es, seguro, jejejeje.

Anónimo dijo...

Me has dado ganas de leerlo, Felix, lo buscaré.
Gracias por dar a conocer libros buenos.
Un abrazo

Van quinientos te quiero por cada mirada dijo...

AMO LOS LIBROS, LAS HISTORIAS.
Leo mucho empiezo y no puedo parar, en ocasiones pienso que es porque quiero escapar de la realidad, que no me quiero enfrentar a mis problemas y me refugio en un sitio en el que no me juzgan y soy feliz, se que eso no esta bien.
Me encanata escribir, razonar, argumentar... tengo un blog, obviamente no le llega ni a los talones al tuyo. Lo uso para desahogarme y hace poco que le tengo. Tu, que tienes experiencia en esto, me gustaría que le echaras un vistazo y me contaras tu opinión, muchas gracias enserio.
www.van500tequieroporcadamirada.blogspot.com