sábado, 26 de enero de 2008

Viajes al otro mundo. Ciclo de aventuras oníricas de Randolph Carter. H.P. Lovecraft


¿Un libro de Lovecraft al lado del monumental “Laberinto español?. ¿Juntar la profundidad, la madurez y el sentido de análisis de Brenan con la desbocada imaginación de un escritor que para muchos se situaba al borde mismo de la locura?. Tranquilidad, amigos, que tengo mis razones para tan extraña mezcla.

Quiero comentar este libro de Lovecraft porque para mi supuso un gran salto en mis hábitos de lectura. Hasta entonces había estado prácticamente sumido por completo en lecturas de novelas, y más que novelas, relatos, de terror. Supongo que todos recordaréis la famosa edición de Alianza editorial de los cuentos completos de Edgar Allan Poe, en dos gruesos volúmenes que se desencuadernaban al segundo envite, o los mitos de Cthulhu, de similares características, una especie de templo del terror en el que Lovecraft compartía altar con otros grandes autores de este género. Me veía a mi mismo como el personaje de “Vinum Sabati”, un relato de Machen que aparecía en este último volumen, que se pasaba todo el día metido en su cuarto, medio tumbado en un confortable sillón, y siempre leyendo. Recuerdo muchas noches en vela, mirando el reloj cuando la luz eléctrica de mi cuarto se mezclaba con el sol que empezaba a despuntar, nervioso porque no me iba a dar tiempo de acabar el relato antes de tener que vestirme para ir al colegio. “El horror en la literatura”, del mismo Lovecraft, me sirvió como punto de referencia para descubrir más autores, como el mencionado Machen, Montague Rodes o Lewis, el autor de “El monje”, escritores todos ellos dignos de figurar en un lugar preferente en la biblioteca de cualquier aficionado a la lectura.

Estaba, en definitiva, volcado de lleno en el género del terror, cuando descubrí el libro que hoy comento. Si bien el primer relato que integra el volumen, “La declaración de Randolph Carter”, parecía más de lo mismo, con el descenso de Harley Warren por una escalera de hediondos peldaños cubiertos de materia viscosa y desconocida, situada al fondo de un tenebroso panteón en un sombrío cementerio, la lectura de “La llave de plata”, el segundo relato, invita a pensar que aquello no tiene nada que ver con el terror, sino con lo onírico, con la vuelta a los sueños infantiles. Dejemos que hable el propio Randolph Carter:

“Pero cuando comenzó a estudiar a los filósofos que habían derribado los viejos mitos, los encontró aún más detestables que quienes los habían respetado. No sabían esos filósofos que la belleza estriba en la armonía, y que el encanto de la vida no obedece a vida alguna en este cosmos sin objeto, sino únicamente a su consonancia con los sueños y los sentimientos que han modelado ciegamente nuestras pequeñas esferas a partir del caos. No veían que el bien y el mal, y la felicidad y la belleza, son únicamente productos ornamentales de nuestro punto de vista, que su único valor reside en su relación con lo que por azar pensaron y sintieron nuestros padres, y que sus características, aun las más sutiles, son diferentes en cada raza y en cada cultura”.

No me negareis la belleza de este pasaje. Parece increíble que pueda haber sido escrito por Lovecraft, pero así es. Otro pasaje:

“Predispuestos y fanáticos por las ilusiones preconcebidas de justicia, libertad y conformismo, habían arrumbado el antiguo saber, las antiguas vías y las antiguas creencias, y jamás se habían parado a pensar que ese saber y esas vías seguían siendo la única base de los pensamientos y de los criterios actuales, los únicos guías y las únicas normas de un universo carente de sentido, de objetivos estables y de hitos fijos. Una vez perdidos estos marcos artificiales de referencia, sus vidas quedaron privadas de dirección y de interés, hasta que finalmente tuvieron que ahogar el tedio en el bullicio y en la pretendida utilidad de las prisas, en el aturdimiento y en la excitación, en bárbaras expansiones y en placeres bestiales. Y cuando se hallaron hartos de todo esto, o decepcionados, o la náusea les hizo reaccionar, entonces se entregaron a la ironía y a la mordacidad, y echaron la culpa de todo al orden social. Jamás lograron darse cuenta de que sus principios eran tan inestables y contradictorios como los dioses de sus mayores, ni de que la satisfacción de un momento es la ruina del siguiente. La belleza serena y duradera solo se haya en los sueños, pero este consuelo ha sido rechazado por el mundo cuando, en su adoración de lo real, arrojó de sí los secretos de la infancia”.

Ahí queda eso. ¿No os parece un análisis de rabiosa actualidad?. Al final del relato, Carter encuentra la llave de plata, vuelve al escenario de su infancia, en la siempre presente Arkham, y después de entrar en la caverna de las serpientes, desaparece.

En el siguiente relato, “A través de las puertas de la llave de plata”, cuatro personas se reúnen en una inmensa sala de paredes adornadas con tapices de extrañas figuras. Uno de ellos, un sabio excéntrico de Providence llamado Ward Phillips, que no es otro que el mismo Lovecraft, trata de evitar que los herederos se repartan las propiedades de Carter, alegando que es muy posible que Carter esté vivo todavía, pero perdido en otra dimensión. Concretamente, en el trono de un país perteneciente a sus sueños conocido como Ilek-Vad. Para corroborar su tesis, asiste a la reunión un extraño hindú, barbudo, moreno, tocado con turbante y con mitones en las manos, que cuenta, en un estado de semitrance, el viaje de Randolph Carter en busca de sus sueños y ayudado por la llve de plata. El representante de los herederos de Carter, un tal Aspinwall, no se cree nada, y al tratar de desenmascarar al hindú muere de un ataque al corazón por algo que ve en el rostro del mago. Este se escabulle entre el desconcierto de los demás, y sale de la sala por un reloj de péndulo.

Llegamos por fin a la parte más jugosa del libro, la novela corta “En busca de la ciudad del sol poniente”, en la que se describen, con gran fantasía, las aventuras de Randolph Carter para encontrar la ciudad de sus sueños. Al parecer, Lovecraft estuvo trabajando en esta historia durante gran parte de su vida, hasta el punto que se publicó once años después de la muerte del autor. Algunos estudiosos piensan que constituye una clave en la obra del autor, una especie de diario íntimo o sueño secreto. En la narración aparecen los primigenios, los gules, los dholes, Azathoth y Nyarlathotep, shantaks y otros dioses y seres muy habituales del universo de Lovecraft, aunque en este libro parecen más cercacons y familiares que en las terroríficas apariciones que protagonizan en otros títulos del autor. Al final, cuando Carter está llegando a la ciudad del sol poniente, un pensamiento al parecer inspirado por el mismo Nyarlatotheo parece poner las cosas en su sitio: “Porque sabe que tu dorada y marmórea ciudad de ensueño no es sino la suma de todo lo que has visto y amado en tu infancia. Está hecha con el esplendor de los antiguos tejados de Boston y con las ventanas de poniente encendidas con los últimos rayos del sol; con la fragancia de las flores del Common, la inmensa cúpula erguida en lo alto de la cuesta, y el laberinto de buhardillas y chimeneas que se alzan en el valle violáceo donde el Charles discurre perezosamente por debajo de los innumerables puentes. Este encanto, moldeado, moldeado, cristalizado y bruñido por los años de recuerdos y de ensueños, constituye la misma esencia de tus maravillosas terrazas y tus puestas de sol, y para hallar ese antepecho de mármol ornado de extraños jarrones y balaustradas esculpidas, y para descender finalmente por esas escalinatas deslumbrantes hasta las plazas anchísimas y las fuentes prismáticas de tu ciudad, solo necesitas retroceder a los pensamientos y visiones de tu juventud llena de anhelos”.

Literatura en estado puro, como podéis comprobar. Un viaje al mundo de los sueños que nada tiene que envidiar a iconos de la literatura fantástica tales como “El señor de los anillos”, “Las crónicas de Narnia” o “La brújula dorada”, y que tal vez no haya alcanzado nunca el grado de reconocimiento que lograron las otras debido al posible encasillamiento en el terror al que se le ha sometido siempre al autor. Es muy posible que, los que no se han acercado nunca al talento y a la genialidad de “Lovecraft”, les fascinara más una adaptación cinematográfica de esta obra que la patética “Reanimator”, basada en un relato y que le ha hecho siempre flaco favor al autor de Providence.

Conservo con auténtica pasión la edición que de esta obra publicó Alianza Editorial en 1978. Tiene una introducción, completamente prescindible y que ha envejecido mucho peor que el relato que presenta, pretenciosamente escrita por Rafael Llopis, que dejándose llevar por el pintoresquismo al uso en aquella época de descubrimientos más o menos transgresores, se permite la licencia de comparar la narración de Lovecraft con las sensaciones causadas por un viaje de LSD.

Ajada y manoseada por el tiempo, prácticamente desencuadernada a causa de las numerosas relecturas, tiene para mi el valor sentimental de haberme lanzado a descubrir otras formas de hacer literatura. A partir de su lectura me asomé a otros géneros, tales como la fantasía, la Ciencia Ficción, la novela policíaca o la novela histórica. Un libro que supuso, casualmente, mi llave de plata personal para acceder de cabeza al mundo de los sueños soñados por otros.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ninguno lo he leido , de todos he oido hablar. Gracias por esta generosidad a la hora de mostrar lo que te han movido estos libros. Veo que son clásicos pero imperecederos.Soy Anabel del foro de literatura, Me he apuntado a una tertulia aquí en Basauri donde vivo organizada por el aula de cultura y nos proponen varios libros que yo desconocía te cuento uno que aunque esta originalmente en euskera lo han traducido. Se llama "El filo de la Hierba" de Harkaitz Cano. Muy fino de verdad.
Un saludo
Ana

Anónimo dijo...

Gracias, Anabel. ¿No te ocurre a veces que lees un buen libro y sientes ganas de salir a la calle a gritarle a todo el mundo lo bueno que es?. Pues más o menos, esa es la idea que me empujó a crear este blog. Son libros clásicos, inmortales, pero a veces tenemos que volver a ellos para comprobar que siguen siendo grandes.

Investigaré sobre el libro que me recomiendas. No te quepa duda.

Un saludo
Félix

teixirep dijo...

Apreciado Félix,
yo tambien agradezco tu generosidad al escribir sobre estas obras. Yo descubrí a Lovecraft con 17 años, tengo 30 i sigue en mi mesilla. No soy muy aficinado al terror o a lo fantástico, por lo que no lograba entender cómo H.P. ocupaba un lugar tan importante entre mis libros. Ahora que estoy finalizando "Lovecraft, una Biografia" de L. Sprague de Camp, empiezo a entenderlo. Ha sido necesario conocer más a fondo algunas de las características de H.P.L. para entender ciertas partes de mi mismo. Te recomiendo su lectura, así como el prólogo de R.Llopis que seguro que conocerás bien.
Saludos,

Joan Teixidor
Barcelona

Matías dijo...

antes q nada te quería felicitar por encarar este libro a tu manera, q me pareció bastante acertada, muy cercana a lo q me paso a mi al leer este librazo. Lo encontré una tarde hace muchos años en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, esa misma edición la de Alianza, y ya de entrada me impactó la tapa (aunque no hay q juzgarlos por ella) y entré a leer, pase horas y horas leyendo, hasta q tenían q cerrar... bueno en pocas palabras fue como una especie de sueño lúcido maravilloso alucinante. de principio a fin me gustó, es un viaje infernal, paradisíaco y divino, celestial... muy volado
te agradezco el post! y creo q nos volveremos a encontrar tod@s l@s q leímos este libro, cada vez q lo recordemos o lo leamos nuevamente

Anónimo dijo...

Uno de mis libros favoritos, para mí de lo mejor que se ha escrito en literatura fantástica..