sábado, 10 de diciembre de 2011

La anciana que nunca jugó al tenis. Zidrou


Creo que ya lo he mencionado en varias ocasiones. Existen bastantes libros de historietas que superan con creces a muchas grandes obras de la literatura. De hecho, una buena historieta no tiene porqué dejar de ser literariamente bella, incluso más que la palabra escrita, si el dibujo y el guión se ponen de acuerdo para contar una buena historia. “La anciana que nunca jugó al tenis” se puede encuadrar en este grupo con todo merecimiento.

Componen el libro quince historias con guión de Zidrou, un excelente autor francés que ya me sorprendió muy agradablemente con “Lydie”, una entrañable historia con regusto retro ilustrada por Jordi Lafebre, un dibujante nacido en Barcelona, que concentra en los ojos de los personajes un sentimiento que no había visto hasta ahora.

Precisamente es Lafebre quien firma la primera historia del libro, “Coltrane”, en la que un anciano recoge en su casa a su nieto, un joven desgarbado que acaba de salir de la cárcel y al que le gusta tocar el saxofón. Desde la primera viñeta, desde el primer diálogo, se intuye ya que estamos ante una obra maestra. “Coltrane” transcurre con fluidez, gracias al ágil trazo de Lafebre y al buen hacer literario de Zidrou. Un ambiente entrañable, rural, con la sonrisa siempre presente de un abuelo que se desvive por su nieto. Es la última viñeta de esa historia la que te cruje el corazón. Un simple dibujo, sin palabras, resume de repente toda la esencia de “Coltrane”, te hace pensar que merece la pena seguir leyendo, te emociona hasta el punto de quitarte el sombrero y rendirte a la magnífica imaginación de un autor como Zidrou, que para mí ha alcanzado por sí solo el estatus de gran autor gracias, simplemente, al final de esa historia, sin dramatismos y sin alharacas, pero que supone un aldabonazo en la conciencia.

Piensas mientras lees que va a resultar imposible superar la carga emocional que posee “Coltrane”, y sigues pensándolo mientras lees “Vivaldi”, una historia de cuatro páginas, dibujada por Maly Sirl, en la que un hombre sordo tiene un canario que ha ganado varios concursos de canto. “Vivaldi” es una pieza corta, pero encierra una gran carga de filosofía. Termina con una sentencia cargada de razón, pero no es lo mismo que “Coltrane”, no. Definitivamente, resulta imposible superar esa historia.

Hasta que llegas a “Las quemaduras”, ilustrada por Simon Hureau.

“La vida es como las piscinas. Siempre hay alguien para enseñarte a nadar, pero nunca encuentras a nadie que te enseñe a ahogarte”. Con una frase tan demoledora y cierta como esta, empieza una historieta que te hace recapacitar, que además de emocionar, obliga a valorar a esos héroes, a esas personalidades fuertes a las que no les importa nada con tal de ayudar a alguien, a las que anteponen sus sentimientos hacia otra persona por encima de cualquier otra consideración. Hoy en día es sencillo ser egoísta, trepar en la escala laboral pisando a quien sea, reflejar actitudes racistas y violentas, mostrar los prejuicios a las primeras de cambio… Todo eso es lo fácil, lo normal, lo bien valorado. Lo complicado, lo verdaderamente admirable, es despojarse de todas esas miserias, producto del miedo, de los complejos y la cobardía, y vivir, y vivir mirando y entendiendo al de al lado, compartiendo sus alegrías, pero también sus tristezas. Vivir con integridad y con criterio, sin ese afán de pertenecer al rebaño que algunos adoptan como filosofía de vida. Eso es lo verdaderamente admirable. Los que viven así son los verdaderos héroes, los que tienen un par de narices para hacerle frente a la vida, y eso es lo que posee “Nutella”, el personaje principal de “Las quemaduras”, un policía de color que se llama así porque de niño ganó un concurso que consistía en pagarle su peso en botes de “nutella”, con la que invitó a todos los niños del barrio. Sin sentimentalismos, sin grandes dramas, con esa elegancia que destila Zidrou, la historia os desgarrará el corazón. Estamos de nuevo ante la maestría para conseguir desbordar el sentimiento. Una maravilla de guión. Aunque el trazo no sea tan sugerente como el de Lafebre, tiene la fuerza necesaria para transmitir.

Llegamos a un intermedio, creo que necesario. Se trata de “La intimidad”, un pequeño descanso en el camino. Un retazo en la vida de una pareja, de dos páginas, ilustrado por Homs, un autor al que voy a seguir a partir de ahora, porque me encanta su manera de dibujar.

“Pollos asados”, dibujada por Pedro J. Colombo, nos cuenta la historia del sueño de un hombre que abre un asador de pollos con toda su ilusión, y que ve cómo se derrumba el negocio con la misma ilusión. Muy buena, no tiene sin embargo la carga emocional de “Coltrane” o “Las quemaduras”, pero se deja leer muy bien y encierra esos toques de nostalgia que tanto enriquecen las historias de Zidrou, como la tienda de discos de vinilo.

La línea clara de Laurent Van Beughen, que me recuerda en muchas ocasiones a Hergé, nos sumerge en una historia de gran carga emocional en cuatro páginas. Otra vez nos encontramos con el corazón encogido al acabar de leer.

La siguiente historia se deja leer. “París, Berlín, Amsterdam, Tourgny-Sur-Vielle” nos cuenta los encuentros a lo largo del tiempo de cuatro amigos. Entrañable, me recuerda a la película “Héroes”.

La segunda escena de “La intimidad”, de Homs, nos hace despertar una sonrisa. Un suceso anodino y cotidiano termina de la forma más placebtera para sus dos protagonistas. Dos páginas cargadas de amor, con varios toques de ironía muy bien colocados.

Las dos siguientes historias, “La anciana que nunca jugó al tenis” y “El balcón”, son las más flojas para mi gusto. Buenas en sí mismas, y muy bien ilustradas, no alcanzan sin embargo la categoría de sus compañeras de libro. No sucede lo mismo con la siguiente, “Visita al cementerio”, un pasatiempo de dos páginas dibujado de nuevo por Laurente Van Beughen. La clásica historia de despiste, sin palabras, en la que no sucede lo que parece que va a suceder, con final sorprendente.

Y llegamos así a “Arthur”, ilustrada por Simon Hureau. Posiblemente sea esta historia la que más acongojado me ha dejado en toda mi vida, y no lo digo por decir. Aquí sí que se demuestra el valor y el coraje de un ser humano absolutamente digno de admiración. Un personaje al que el dibujante nos presenta con rasgos duros, un poco insolentes incluso, y que sin embargo tiene un gesto que te provoca una catarsis emocional incontrolable. Historieta no apta para cardiacos y para individuos de lágrima fácil, aviso.

Después de “El View Master” (a más de uno le sonará el título), una historia en la que lo más destacable es el esparcimiento de las cenizas de un difunto en el lujoso salón de la casa en la que servía, y de la tercera entrega de “La intimidad”, de Homs, llegamos a “Sopa de zanahorias”, ilustrada de nuevo por Jordi Lefebre, y en la que nos encontramos al personaje de “coltrane”, la primera historia del volumen. El círculo se cierra. La vida continua. Personas que se habían desencontrado se encuentran de nuevo, y probablemente vuelvan a separarse en el futuro. Esa es la ley de la vida. Cierras el volumen con una bobalicona sonrisa dibujada en el rostro, sintiéndote como uno de los personajes del libro. Acabas con esa placentera sensación de haber leído algo maravilloso, que todo el mundo debería conocer, y es a causa de ese sentimiento de esa necesidad que me entra de vez en cuando de propagar a los cuatro vientos todo aquello que considero interesante y gratificante para el alma, por lo que me he puesto a escribir esta entrada.

Se acercan fechas de regalos, para nosotros mismos y para nuestros seres queridos. Os aconsejo que reservéis un hueco para esta magnífica joya de la literatura y del buen cómic. Os aseguro que no os arrepentiréis.




5 comentarios:

Blanca Miosi dijo...

Félix, te confieso que no leo historietas desde que tenía 12 años, lo cual es hace bastante tiempo. Me emocionaba con las historias de Tin tín, y las historietas de super héroes que saturaban el mercado de aquella época. Ya para entonces leía muchas novelas, y las historietas fueron quedando atrás. Pero lo que acabo de leer es sorprendente. Ignoraba la existencia de Zidró, y de los dibujantes, el otro 50% de que una historia recreada en dibujos tenga éxito. Pienso que debe haber una total compenetración para hacerlo, y ahora me doy cuenta de que me he perdido una parte de la literatura que evidentemente es tan importante como los otros géneros.
“La vida es como las piscinas. Siempre hay alguien para enseñarte a nadar, pero nunca encuentras a nadie que te enseñe a ahogarte”
Me ha encantado esta frase, tanto, que la voy a colocar en el Facebook. Y si tuvieses habilitada la configuración de los enlaces, con seguridad transcribiría tu entrada completa.

Besos y muchas gracias por enseñarme algo nuevo cada día.

Blanca

Unknown dijo...

Hola, Félix.
Estoy de acuerdo con Blanca, lo último que esperamos es que un libro de historietas, transmitan tantas emociones como nos cuentas. Lo tendré en cuenta y la buscaré, como digo, me has dejado con la miel en los labios y quisiera saborearla.
Un saludo

FELIX JAIME dijo...

Gracias, Blanca, por tu comentario. La verdad es que en el mundo de la historieta existen verdaderas joyas injustamente desconocidas, que trataré de ir reseñando poco a poco. Por favor, explícame en un privado eso de habilitar la configuración de enlaces, que me he quedado de repente en orsay. Ya sabes que la tecnología y yo mantenemos una relación no precisamente demasiado amorosa.

Gracias, MJesús. La verdad es que a veces, una historieta, gracias al dibujo, puede transmitir más que una novela. Todo depende de la habilidad del artista y del buen hacer del guionista. ¿Sabes que algunos buenos novelistas han escrito también magníficos guines de historieta? La lista es infinita.

Gracias a las dos por vuestros comentarios. Os envío un fuerte abrazo.

Sandra Sánchez dijo...

Hola Félix, veo que compartimos aficiones: cine, libros, música, escribir...
Te escribo aquí en esta entrada porque también me interesa el cómic o novela gráfica y creo que tienes razón, no tiene (a veces) nada que envidiarle a otro tipo de libros.
Te recomiendo por ejemplo (si no lo has leído): "Los cuatro ríos" de Baudoin con guión de Fred Vargas, a mí me gustó mucho.
Este que reseñas no lo conocía,así que me lo apunto.

Enlazo también este blog en el mío sobre libros: Viajes desde el sillón.

www.viajesdesdelsillon.blogspot.com

FELIX JAIME dijo...

Gracias, Pulgacroft. Pues no, la verdad es que no conozco esa novela gráfica que me recomiendas, y me encanta la forma de dibujar de Baudoin, así que me haré con ella en cuanto me sea posible.

!!Gracias por la referencia, y bienvenida aquí también!!