Riiiisss, raaaasss, riiisss,
raaasss…
Así comienza “Amor al trabajo”,
uno de los relatos incluidos en esta antología de cuentos de Marta Junquera publicada por la editorial "CAZADOR DE RATAS".
Esas palabras podrían ilustrar perfectamente la sensación que tengo mientras
leo. Probablemente no sea el mejor relato, o para alguien puede que sí lo sea,
pero desde luego es uno de los más impactantes.
Riiiisss, raaaasss, riiisss,
raaasss…
Es tu cerebro, mientras lees a
Marta. Resulta increíble. De toda la maraña de libros leídos, a lo largo de
muchos años, este es el primero que me ha provocado la misma sensación que
cuando leía a Poe, o a Lovecraft, con quince o dieciséis años, mientras la
mayoría de mis compañeros leían a los cinco o a los Hollister. Noches en vela,
bombilla de cuarenta watios, tebeos amontonados por ahí de “Vampus”, “Rufus”, “Totem”…
El entorno y la edad eran diferentes, pero la sensación ha sido exactamente la
misma. Creo que jamás he disfrutado tanto leyendo como en aquellas noches
eternas, terroríficas, para algunos enfermizas… Hasta ahora. Porque después he
seguido leyendo mucho, muchísimo, y muy bueno, pero aquello fue el comienzo, la
zambullida en un universo de imaginación y disfrute solitario que se ha
mantenido a lo largo de los años. Un vicio que no he conseguido mitigar, y
menos con reencuentros con aquellos momentos de diversión como el que he tenido
con este libro.
Riiiisss, raaaasss, riiisss,
raaasss…
¿Qué me ha pasado? ¿Por qué me ha
gustado tanto? No soy amigo de etiquetas, ni de géneros. Soy casi incapaz de
leer un libro cuando está claramente encuadrado en un determinado género, como
alguno a priori podría pensar de este, hipotéticamente un libro de cuentos de
terror. ¿Por qué me ha impactado tanto? Tras reflexionar un poco, la respuesta
es muy simple: Marta escribe terror, pero dándole forma de verdadera
literatura. Se maneja como una experta escritora describiendo situaciones
aparentemente normales que al final o en el intermedio desembocan en un
impactante final. Un final a veces lógico, otras surrealista, otras impactante
y vomitivo, pero nunca, jamás, ni previsible, ni falto de esa desbordante
imaginación de la autora.
Riiiisss, raaaasss, riiisss,
raaasss…
Me encantan las ambientaciones,
ya sean de la época que sean, siempre perfectas, con personajes cambiantes que
se adaptan a su papel, que asumen su destino, o gritan y vomitan aterrorizados.
Me encanta el humor, sobre todo el de las metáforas.
- “En la calle, una niña de unos cinco años había
cambiado su muñeca favorita por un brazo arrancado desde el hombro, que
arrastraba al caminar y dejaba un reguero de sangre en una versión macabra de
las líneas que pintan las líneas en las carreteras” (Matar para no morir).
- “Este era un hombre alto, atlético y bien
parecido, envuelto para regalo en un elegante traje a medida” (Las lágrimas de
Dios).
-
“A la hija cabreada de un guardabosques, capaz
de ver Bambi y abatir ciervos desde la tierna edad de cinco años, había que
tomarla en serio” (Oculto en la nieve)
Riiiisss,
raaaasss, riiisss, raaasss…
Hasta el único
cuento dedicado al género zombi, del que declaro con humildad mi incapacidad
manifiesta para cogerle el gusto, tiene formas y detalles que trascienden ese
encuadre. Es increíble.
No sé con cual
quedarme. Lo único que sé es que cuando acabas uno es imposible que no te
abalances al siguiente. La longitud de los cuentos varía, desde las diecinueve
páginas de “El cliente siempre tiene la razón”, (ganador del certamen de
ciencia ficción CIFICON de A Coruña en 2015), hasta los casi microrrelatos “La
bufanda” y “Amor al trabajo”, de apenas una página. Pero da igual la longitud,
porque el impacto cerebral es el mismo.
Difícil
olvidar algunas escenas. Difícil mantener la cordura ante la desbordante
imaginación de Marta. Pero difícil, sobre todo, controlar la ansiedad ante la
espera de su próximo trabajo.
Muchas
gracias, Marta, por haberme proporcionado este placer que ya creía olvidado
hacia la literatura de verdad, y por escribir como escribes.
1 comentario:
Félix, muchísimas gracias por la reseña. No hay nada que le llene más a alguien que escribe que llegar a provocar sensaciones en los lectores. Me alegro de que hayas disfrutado con mi "criatura". :D
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